25 febrero 2014

Huellas

El tiempo no es siempre lo importante.
A veces alguien se cruza en tu vida y simplemente te marca.
Te deja huella.

Da igual que la historia no acabase bien. Ese sentimiento no logras quitártelo de encima, por mucho que intentes sacudírtelo como si fuera una mota de polvo.

Su recuerdo te acompaña.
Creas su cuerpo en el vacío de tu cama e imaginas que todavía está ahí. Te enredas en sus piernas, le das los buenos días y engañas tu soledad con un abrazo incorpóreo.

Hay veces que toda una vida al lado de alguien te parece insustancial.
Otras, en cambio, encuentras justo lo que estabas buscando, pero el tiempo es cruel y te lo arrebata.

Pero ahí queda la
huella.
Tu huella permanece.

18 febrero 2014

Mi luz

A veces siento que la ciudad me devora.

Caigo indefenso en fauces hechas de asfalto y una dentadura hecha de neón me mastica sin piedad. Lo que escupe al suelo ya no se parece en nada a mí.

Las grandes ciudades son fascinantes, pero también son depredadoras incansables que colocan trampas. Recorro laberintos hechos de sábanas ajenas y besos que se diluyen en alcohol, mientras intento volver a encontrar mi reflejo en el espejo. Sonrisas que no se esbozan con sinceridad me señalan un desvío de mi camino, pero intento no caer en el engaño.

Busco el sol en un cielo nocturno y lo único que consigo es dejarme contagiar por la oscuridad que me
rodea. 

Desesperanza y arenas movedizas.

Es entonces, solo entonces, cuando ya todo parecía perdido, que un beso que decidí darte hace mucho tiempo, un beso ya extinto, vuelve a resurgir triunfante, rescatado del olvido.

Y todo vuelve a brillar.

Que nunca vuelvan a decirme que quererte no me sirve de nada.